En días pasados, a invitación de Olaf Vargas, Subdirector de Turismo de Naturaleza de la Dirección Municipal de Promoción Turística, llevamos en el autobús “Desorden” de Aventura Pantera a un grupo de promotores de turismo, que está capacitando el Municipio al Ejido Benjamín Aranda, no muy lejos de la capital a escasos 55 km. por la carretera a Parral y el camino a El Carmen. Nos recibieron las autoridades del ejido en un salón de eventos donde se les dio un taller en conjunto con la comisión de turismo del Ejido que ha estado tratando de gozar de alternativas sustentables de ingreso para el beneficio de la comunidad.

Lo interesante fue que después del antes mencionado taller, nos fuimos a hacer una caminata bastante agradable a “la Cueva del Obispo” donde hasta la fecha hacen misas recordando a un verdadero Obispo de Durango que sufrió la Guerra de Reforma y a diferencia de otras leyendas esta trata de un personaje real.

El Obispo José Antonio Laureano Zubiría y Escalante nació el 4 de julio de 1791 en Arizpe, Sonora y recibe su ordenación sagrada en 1817 ya en Durango celebrando su primera misa en el Templo de Santa Ana. Nosotros por nuestro lado habíamos caminado por un cañoncito cubierto de árboles de encino con algunas yucas en los cerros y curiosamente aun cuando este año estamos sufriendo la sequía, el arroyo todavía llevaba agua corriendo, por lo que vimos varios pajarillos y algo de ganado reposando la siesta.

No caminas mucho, cuando en una de las vueltas de arroyo repentinamente llegas a la Cueva, donde ahora está un altar con una figura de Nuestro Señor del Sagrado Corazón y una Cruz en la entrada. Aun cuando su historia es ya una Leyenda, es un hecho que el Obispo Zubiría estuvo escondido por algunos años entre esta cueva y la hacienda de Cacaria, ahora Nicolás Bravo, propiedad en este entonces de su hermano durante la represión a la Iglesia por parte de los Constitucionalistas alrededor de los años 1850 y tantos, un periodo un tanto difícil para la joven nación. El Obispo murió en la Cueva el 27 de noviembre de 1863 y a la fecha se le recuerda cada año, el último domingo de octubre, cuando todos los pueblos de la región se unen y se celebran varias misas en el arroyo de la Cueva del Obispo.

El viaje de regreso fue bastante fácil, de no ser que por la hora del día todo mundo cayó dormido y lo arduo fue mantenerse despierto para poder manejar y llegar con bien a Durango.

Datos de: Biografía del Obispo XXIII José Antonio Laureano Zubiría y Escalante, escrita por Miguel Zubiría Estrada Berg.