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DÍA DE MUERTOS, HALLOWEEN, CELEBRACIÓN, FESTIVAL O PENA.
Texto y fotografías. Walter Bishop Velarde.

La pasada noche de ánimas del día primero de noviembre, un tanto agorzomado por tanta publicidad oficial y no sobre nuestras tradiciones, a la caída del sol me fui a visitar nuestro se puede decir histórico Panteón de Oriente.

Claro que ahora ya son varios los panteones que circundan nuestra ciudad como el de Ferrería o Garabitos, pero este de Oriente en particular por ser al parecer de 1860 se antoja más misterioso e interesante. En verdad que al llegar al mismo tratando de entrar por la puerta principal, no me causó muy buena impresión todo el circo que se instala en las afueras de su perímetro en estas fechas, había ahora si que de todo y lo que antes eran ciertamente una cantidad enorme de puestos donde vendían flores, ahora estaban éstos, más un sin fin de otros puestecillos vendiendo guantes y orejeras de estambre para el frío, lentes oscuros, las ahora si tradicionales tinas con elotes, más con tamales, tacos de todo, pan de muerto, juegos de feria y en fin, toda una fiesta que no entendí muy bien pero bueno, era de esperarse.

Después de dialogar un poco con el guardián del portón que no nos quería dejar entrar porque ya no eran horas, aun cuando había mucha gente adentro, logramos el ingreso y casi me voy de boca aparte de que está oscurísimo y no se veía nada, porque enfrente de la capilla estaba una pantalla bastante grande donde se exhibía la aquella famosa película del “Exorcista” dirigida por William Friedkin en 1973.

Vaya, pues no se me hizo muy tradicional estar exhibiendo una película en el panteón en el “Día de los Muertos” pero alguien me ilustró señalando que era parte del “Festival de Muertos” y quien sabe en tantito a los muertos les gustó, pero me puso a pensar de que si por acá en el norte de México la ahora tradicional costumbre de “Muertos” esté tan arraigada como lo anuncian y que si en realidad no es una invasión cultural desde el centro de México, donde si consta que se lleva a cabo la “costumbre”, lo han hecho por cientos de años y por cierto donde no se si sea una “celebración” como ya le dicen, o un espacio para nuevamente velar uno a sus muertos (hay muy poco que celebrar en cuanto habla uno de muertos).

Como que no se me antojó ver al “Exorcista” otra vez, ya que con una sola vez que veas la escena de la súper vomitada y del truco de la cabeza “360”, tienes para toda una vida y más aquí en el panteón donde puede ser “eterna”, entonces me fui retirando para recorrer por los pasillos visitando viejas tumbas y sus muertos los mismos que yo de sorprendidos. Por más que busqué entre el desorden de la noche, no encontré a nadie penando a excepción de una que otra parejita que obviamente estaban no se que haciendo y qué buen susto me pegaron pero, en el lugar no había tradiciones.

Esto fue en el lado oriente del panteón pero tan imposible se me hacía no encontrar nada que también busqué en el lado poniente, esto es a la izquierda del caminito que lleva de la entrada a la capilla, y allá muy a lo lejos pude distinguir el pequeño destello de una luz, claro que me acerqué y efectivamente ahí estaba, una solitaria veladora de vaso en una tumba no muy antigua atestiguando que alguien había pensado en el difunto aquí enterrado, pero quién sabe si en “nuestras tradiciones”.

Ya que andaba por ahí yo también me acordé de mi amigo “Beto” y me fui en la oscuridad hasta que encontré su sepulcro familiar y me lo imaginé riéndose en buena lid, de los de aquí y de los de allá seguramente. Continué por una medio vereda, si así se le puede llamar, hacia afuera, no sin antes lograr algunas fotos más o menos de unos que no se si andaban disfrazados o no, pero preferí suponer que sí.
Por lo visto y después de una visita diurna que di al día siguiente, pues lo que hay para confirmar es que en Durango la tradición en el panteón se compone de visitar a nuestro muerto durante el día recordándolo, limpiar la tumba, depositar unos ramos de flores y rezar por su alma, eso es lo que se aprecia a la vista.

Ahora que el Panteón Oriente de Durango tiene la particularidad de también ser Museo de Arte Funerario, ya que la mayoría de los sepulcros antiguos fueron esculpidos en cantera y mármol por Benigno Montoya, maestro cantero y todo una institución en la cultura y arte de Durango, les recomendamos visitarlo.

Quizá sea bueno en este punto, sacar de la plática a el mentado Halloween que sí es celebración y también festival que viene del antiguo “All Hollows Eve” totalmente anglosajón y que se lleva a cabo el 31 de octubre en la noche donde todos se disfrazan y se van a pedir su “Halloween” sin especificar del todo lo que esto puede ser, lo hacen en los Estados Unidos de Norte América, algunos otros países sajones en el mundo y parte de la población de México que con y sin dinero tiene algunos años participando en el mismo y esa es una realidad.

Ya en otra publicación de nosotros en el No. 7 del Boletín comentamos cómo la costumbre del culto a los muertos se lleva a cabo en todo el mundo y como en México durante la Conquista los religiosos para acabar con la práctica para ellos pagana de los indígenas Mexica llamada Tzompantli donde daban ofrendas a sus muertos, deciden amalgamarla con la tradición europea romano cristiana del “Día de Todas las Almas” donde el Abad de Cluny Francia San Odilio, dispone el 2 de Noviembre para recordar a los muertos.

Continuando, del Panteón nos fuimos a la Plaza de Armas ya bastante tarde pasada la media noche, por cierto constatando que Durango todavía se puede considerar tranquilo, inclusive era de llamar la atención la cantidad de gente que todavía andaba en la Plaza a esas horas y estuvimos un rato tomándole fotos al Altar de Muertos, se puede decir oficial, con una “Catrina” de tamaño gigantesco de seguro imponente, siendo este dedicado a mi General Villa.

En un país como el nuestro, tan extenso y de una variedad de culturas impresionante, nos parece importante cuidar “nuestras tradiciones” pero las mismas de cada rincón de éste, y no convertirnos en un territorio como el de los vecinos del norte donde en un viaje por carretera puedes pasar por diez pueblitos todos igual con una iglesia, el cine, un McDonalds, un Dairy Queen, etc. etc., lo mismo uno que el otro.

Puesto que vivimos en un mundo cambiante con unas comunicaciones extraordinarias donde ahora si que el que “más saliva tiene traga más pinole” por lo que cuidar de las tradiciones de nuestros pueblos y ciudades, se hace imperativo, el discurso centralista que trata con su poder de difusión de opacar los sabores y sentires íntimos de nuestra tierra, finalmente tiende a resultar impositivo. Por ahí nos vemos.

 
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