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SAN FRANCISCO DEL MEZQUITAL.
SEGUNDA PARTE. TIERRA DE CAUDILLOS

Texto y fotografías. Walter Bishop Velarde.

Aun cuando el mismo Hernán Cortés tildó de “Chichimecas” a todos los indígenas que vivían al norte de la provincia de Michoacán “Mechuacán” desde 1526 y fue entonces cuando se fijó el objetivo de someterlos a como diera lugar sin importar mucho su sobrevivencia o la falta de la misma, podemos decir, por lo que escriben los historiadores, que en la práctica “el objetivo” estuvo muy lejos de cumplirse, ya que someter a los “Bárbaros” sólo les tomó 200 años a los españoles.

Los Tepehuanos del Mezquital no fueron la excepción en lo que a la “resistencia” se refiere, ya que desde esa primera rebelión nacida en el pueblo de Taxicaringa en 1540 o 1541 luego denominada Guerra del Mixtón, se inició una guerrilla constante ya fuera en batalla o pasiva que aun ahora se puede percibir. Como contrapuesta de los españoles se hace una declaración de guerra “a fuego y a sangre”, que luego se repetiría otra vez en 1569 en 1601, en 1605, 1616 (la gran rebelión Tepehuana), 1641 y así continuamente cada vez que se alzaban estos tenaces guerreros.

No es de parecernos raro pues, que en cuanto empezaron a soplar los vientos de la independencia los pueblos Tepehuanos, tan pronto como en 1808, ya estuvieran hablando de rebelión nuevamente, desatando por parte de los españoles una grave persecución en contra de las gentes indígenas que alcanzó a justos y pecadores por parejo, de tal forma que de 1810 a 1813 la sierra estuvo llena de guerrilleros pelando contra los realistas con los resultados conocidos de todos y que después de la Guerra de Independencia remontó a los indígenas aun más en los altos de la serranía.

Otra vez cien años después, en 1910 durante la Revolución Mexicana que tomó de nuestro México más de un millón de almas y que no era otra sino una lucha que los indígenas, Tepehuanos incluidos, tenían ya 400 años peleando, la batalla por “tierra y libertad” un grito agónico mejor expresado por Emiliano Zapata y sus indígenas en su lucha en el sur del país, pero que también se oyó en Durango en los oídos y gargantas que lo gritaron, de los cientos, quizás miles de Tepehuanos que también se fueron a “la bola”.

Durante la guerra de los cristeros de 1924 a 1930, los Tepehuanos no se quedaron atrás, respondiendo en primer lugar al llamado de la iglesia para combatir el Gobierno laico de Plutarco Elías Calles y aun cuando el grito de “Viva Cristo Rey” es el que más se asocia con esta conflagración, lo más posible es que muy adentro del pensamiento de estos indígenas no tan católicos como se piensa, su verdadero grito haya sido el mismo de 1910 y que en parte lograron al conseguir en la capitulación de la guerra, el refrendo de lo títulos virreinales de la propiedad de sus comunidades, para después y como siempre lo habían hecho anteriormente, se volvieron a remontar para refugiarse de un mundo que poco a poco los iba dejando atrás.

Por lo pronto, en mi visita a la cabecera municipal de el Mezquital, al llegar después de manejar 80 Km. por una carretera en buenas condiciones, gozando de unos paisajes increíbles de la gran quebrada del Mezquital por donde fluye su río del mismo nombre y que recoge toda el agua de la enorme cuenca llamada de San Pedro para cientos de kilómetros después diluirse en las aguas del Océano Pacífico, llegué quedando asombrado del adelanto que enseñaba el pueblo.

Un boulevard para entrar, a un lado su tecnológico, al otro un hospital rural, las calles bien pavimentadas con concreto hidráulico, las casitas todas bien pintadas, ¡vaya qué sorpresa! pues esto no encajaba al concepto ahora totalmente equivocado que yo tenía del mismo. Ya caminando por el centro encontré la plaza de armas bien limpia, con sus jardines muy cuidados, al norte de esta, el templo de Nuestra Señora de Guadalupe, a un costado un zaguán de arcos recién remozados.

Por la calle paralela a los arcos a unas tres cuadras está el templo más antiguo que es el de San Francisco de Asís también muy arreglado, ahí afuera del templo me acerqué a una familia Tepehuana que estaban esperando un aventón “pa arriba” y en un hecho inaudito, una adolescente sacó su celular y muy emocionada se puso a jugar un jueguito. Por ahi nos vemos continuará.

Fuentes:

- El Proceso de Independencia en Durango de José de la Cruz Pacheco Rojas.

- Rescoldo de Antonio Estrada M.

- Mezquital de Profr. José René García Nájera.

- El Indio y la Sociedad Colonial Norteña de Salvador Álvarez.

 
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