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RECORRIDO EN 4 X 4.
Texto y fotografías. Walter Bishop Velarde.

Hace poco nos solicitaron de la ciudad de México un recorrido por la sierra de Durango, pero en vehículos 4x4 de esos que la mayoría de la gente que compra ese tipo de vehículos de precio por demás de abultado, los usa pero sólo para llevar los niños a la escuela o pasearse por la de 20 de Noviembre.

Pero resulta que también existe un pequeño porcentaje de personas aventureras, que en realidad usan estos súper carros (parecen carro de lujo por dentro) para lo que fueron hechos los mismos y estos si se pasean por lugares ciertamente inaccesibles para cualquier transporte no especializado. El vehículo más tradicional de los 4x4 es el “Jeep”, mismo que nació por el año 1940 durante la Segunda Guerra Mundial donde el gobierno de los EE.UU. solicita a la compañías American Motors y Ford Motor Company el desarrollo de un auto 4x4 “general purpose” o para cualquier cosa y es de la pronunciación en inglés de las dos primeras letras la “G” y la “P” que sale la palabra “Jip” o ahora “JEEP” de los cuales se manufacturaron unos 360 mil.

Ya después de la guerra se hizo la versión “CJ” o jeep civil, misma producción que continúa hasta ahora 2010 con los “Rubicon” de la Chrysler Dodge, etc. pero lo increíble de todo esto es, que son una cantidad inmensa de vehículos 4x4 que circulan en los mercados ahora en día, de los cuales no se puede decir cuales son los mejores, pero el “Jeep” sigue siendo uno de los favoritos por su maniobrabilidad y durabilidad en los peores caminos que se puedan imaginar.

Bueno, era importante situarnos más o menos en el tema, pero sin más preámbulos, salimos después de desayunar en el Hotel Gobernador donde además se hospedaron nuestros huéspedes por ser uno de los mejores hoteles con que cuenta la ciudad, comenzamos la travesía rumbo al sur de Durango por el camino hacia el pueblo de “la Flor”, a unas de las quebradas más bonitas con las que contamos aquí a corta distancia de la ciudad y de nombre “Quebrada del Arco”.

Ya el día anterior, un viernes, habíamos recorrido por un camino que sale del pueblo de Santiago Bayacora hacia el sur de la ciudad, a un cerro alto célebre por tener más de cincuenta antenas en su cima, - así es, adivinó usted - llamado el “cerro de las Antenas” y después tratamos de visitar la “Cueva del Padre” donde antiguamente había un padre ermitaño, pero el señor ya pasó a mejor vida (eso dicen) y aun cuando encontramos algo de infraestructura de hospedaje, no vimos a nadie, sin embargo, nos la pasamos bien.

En el kilómetro 52 más o menos, en una desviación hacia la izquierda, inicia uno la bajada de oeste a este que da al paraje llamado del “Quelitán” y que no es más que un ranchito al otro lado del río Bayacora mal nombrado del Arco, que pasa por aquí con muchísima agua para ser principios de verano, en su camino a la ahora presa de mismo nombre. En este río podemos pescar lo que es lobina y trucha de muy buen tamaño, las cuales las puede uno cocinar de varias maneras, pero una receta sencilla y muy sabrosa es “a la mostaza” donde agarramos el pescado ya limpio y le ponemos mostaza por todos lados y luego una buena cantidad de jugo de limón para echarla al aceite en el disco o sartén bien frita a lo más unos diez minutos, se saca y a comer con tortillas y una buena salsa estilo ranchero, una delicia.

Pero nosotros no íbamos a pescar y nos internamos rumbo al sur por la ribera del río en lo que apenas se podía ver del viejo camino. Lo suave de esta quebrada es que las paredes de la misma están esculpidas por las fuerzas de la naturaleza entre las que están el fuego, aire, agua y hielo de tal forma que puedes apreciar unas formaciones rocosas excelentes. Unas parecen piloncillos, otras piedras encimadas, unas paredes de roca inmensas, hasta que finalmente se puede apreciar el gran Arco como de unos 20 metros de claro.

El camino ribereño no se lo recomiendo a nadie en vehículo 4x4, la verdad es que tanto vehículo, como personas y finalmente la naturaleza sufren mucho, se puede decir que para nada, pues no traes un destino en especial y solo lo haces para ver que tanto aguanta el jeep, cosa que se me hace medio sin caso alguno.

No vamos a decir que estuvo mal porque estuvo muy divertido , pero definitivamente esta ruta de la sierra se las recomiendo más a pie, solo caminando, oyendo el aire pasar por los grandes árboles que todavía están en pie, el canto de los pajarillos brincando de rama en rama, y el murmullo, voz del río, que habla al caer el agua de piedra en piedra, camino aunque usted no lo crea, finalmente al Océano Pacífico. Por ahí nos vemos.

 
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