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EL ARROYO DE PASO RESBALOSO MEXIQUILLO.
Texto y fotografías. Walter Bishop Velarde.

Dentro de las actividades que nos hemos impuesto la Asociación de Operadores Turísticos del Estado de Durango, están las de capacitación, y este fin de semana a invitación nuestra y con el patrocinio del Fideicomiso para el Impuesto del Hospedaje nos visitó Javier Vargas por parte del grupo explorador de la UNAM y socio activo de la Fundación Vida para el Bosque A.C., a darnos un curso de rapel avanzado y a la vez armar una ruta de Barranquismo o “Canyonning” en el arroyo de Paso Resbaloso parte del conocido paraje de Mexiquillo.

Todo empezó según lo habíamos planeado, el sábado Javier nos impartió algo de teoría y algunas prácticas y nudos necesarios para cambiar de cuerda o dirección y el domingo muy temprano en la mañana nos fuimos a Mexiquillo para hacer la ruta, íbamos en el autobús de Aventura Pantera pero una vez en el sitio le pedimos a unos amigos un aventón en camioneta al sitio donde está la primera cascada del arroyo, no muy lejos de donde están las cabañas del lugar.
Iniciamos algo tarde como a las once de la mañana, taladrando unos pequeños agujeros en la roca mas apropiada para dejar unas plaquetas permanentes de donde podríamos hacer los amarres con más facilidad en adelante y de esa manera dejar ya el camino hecho por decir algo; de todas formas bajamos el primer descenso de como 15 mts. sin problemas disfrutando de aquel paisaje delicioso.

El próximo brinco que estaba a solo unos pasos nos agarró de sorpresa pero lo consideramos normal, instalamos las plaquitas e hicimos el amarre y también lo descendimos. Cabe mencionar que para hacer este deporte se necesita algo de equipo especial como un arnés y varios aditamentos como un “ocho” o una “marimba”, fierros que usa uno para descender por la cuerda, otros para ascender en caso de necesitarlo, además se supone que va uno vestido con un traje de neopreno como los buzos ya sea de tres cuartos o completo para mitigar lo friísimo del agua de la sierra, una mochila para llevar el lunch, y ropa seca, etc. Ya todo junto hace algo de peso y no va uno precisamente muy campante como decían antes, en fin, seguimos bajando por el arroyo y con nosotros también bajaba el sol y fue por ahí como a las cinco de la tarde y unos cinco saltos grandes y un buen de chicos, que nos dimos cuenta que se estaba haciendo tarde y podíamos no alcanzar a salir ese día del arroyo. El sol como sucede siempre se metió cuando más lo necesitábamos, pues bajamos el brinco más alto como de unos cincuenta metros, con el agravante de caer en una charca onda, de la cual tenias que salir nadando y déjenme decirles que con todo y neopreno lo frío del agua estaba canijísimo y los que no traían los trajes pues para que les cuento.
La técnica era mas o menos fácil, iniciabas tu descenso con la mochila colgando por un lado y antes de caer al agua la echabas por aquello de que no flotara, y si flotaba pues entonces la usabas para ayudarte a salir del charco. Suena sencillo pero salías titiritando de frío y ya cual sol para calentarte, así que fue entonces cuando se nos prendieron todos los focos de alarma, los focos internos claro. Se nos había hecho de noche y tuvimos que seguir el camino con las lamparitas de mano, en este caso de cabeza pues te las pones en el casco, y si de día estaba aquello medio medio, de noche estaba medio y tres cuartos.

Llegamos a donde se juntan los arroyos de Paso Resbaloso y Mexiquillo mas o menos a los ocho de la noche y decidimos lonchar lo que traíamos de comer y descansar un poco pues el día había estado tan divertido y agitado que ni para comer habíamos parado. En ese momento la luna comenzó a verse en el cielo y a iluminar un poco el bosque y empezamos a buscar una vereda que subiera los quinientos metros que bajamos durante el día, cosa que no fue fácil. Estuvimos subiendo un buen rato con muchísima dificultad pues los lados del cañón están empinadísimos y la maleza muy tupida, en veces agarrabas para ayudarte a subir ramas o zacates pero algunas de ellas era como cactáceas con espinas que te dejaban las manos todas espinadas.

En fin, subimos unos 250 metros y ya eran las doce de la noche, estábamos agotados al máximo y decidimos quedarnos la noche. No iba ser una acampada sencilla, no traíamos ya que comer, no teníamos agua, algunos traían ropa seca los demás no, claro ni hablar de chamarras, bolsa de dormir o cobijas. No teníamos otra más que hacer una buena lumbre que como a las cuatro de la mañana se hizo dos pues el frío de la sierra ya nos traía en jaque y a esperar el amanecer.

Al fin salió el sol, nos calentó un poquito, sorprendentemente todos los de Tierra Norte Aventura, Canoa Aventura, Aventura Pantera, y el instructor Javier continuábamos de buen humor y ahora sí, de día, salimos buscando la vereda y regresar del cerro.

No puedo decir que fue simple, nos fuimos siguiendo vereditas de venados y jabalís hasta que como aquello de las diez de la mañana, hicimos una tanda de lo que nos quedaba de comida, una barra de chocolate, un polvo de proteína, unas barritas Bimbo y desayunamos los ocho, después continuamos hacia arriba y finalmente llegamos a las cabañas a las doce del día. No dijimos nada, nos subimos al autobús y conduje hasta el restaurante de una doña, donde comimos la cena, el desayuno y la comida de una. Se logró el propósito, dejamos una ruta de cañonismo nueva armada, tomamos el curso de rapel avanzado, y como pilón, uno de sobrevivencia en la sierra. Un buen fin de semana.

 
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