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CANATLÁN DE LAS MANZANAS
Texto y fotografías. Walter Bishop Velarde.

Es Domingo por la mañana, no tienes nada que hacer, les das vuelta en la cabeza a algunas posibilidades y decides salir a carretera. Tienes varias propuestas a la mano, si te lanzas al “Este” llegas a Nombre de Dios, antiguo pueblo paso obligado de los colonos en su viaje hacia el norte de México y estados sureños de los Estados Unidos de América, antes también parte de la república y donde por cierto hacen unas ricas gorditas.

Si le das (manejando en tu carro) hacia el Sur, está Tres Molinos, paraje serrano donde puedes practicar varios deportes extremos, hacia el “Oeste” esta la Sierra Madre Occidental, un verdadero tesoro natural, y si le quieres dar al “Norte” y no estoy hablando de irse uno de bracero al “over There”, no muy lejos, está la región de Canatlán.

Según los que saben, el nombre es náhuatl y significa “nido de tierra junto al agua” eso dicen y se fundó en 1620, unos años después de la Rebelión de los Tepehuanos y ya una vez que habían (los europeos) literalmente erradicado a todos los Indígenas del norte del Estado.

Para llegar, sales por la carretera No. 45 antes la Panamericana rumbo a Parral pasando por Villa del Oeste, donde te puedes quedar un rato a vacilar en este set cinematográfico de antaño, o mejor continuamos pasando por Chupaderos, la Presa Peña del Águila y sólo hasta el Km. 45 donde nos encontramos con el crucero de “La Granja” y la Escuela Rural Guadalupe Aguilera y donde tenemos que voltear a la izquierda por el momento, ya que más tarde podemos regresarnos a visitar otros atractivos de por ahí cercanos.

Una vez que pasamos el pueblito de Santa Lucia, podemos empezar a darnos cuenta de la antigua vocación de la tierra, ya que se inician las huertas de Manzanas “Red Delicious” por las que inclusive en una ocasión se le nombro oficialmente “Canatlán de las Manzanas”. Decimos antigua porque poco a poco por razones climatológicas, políticas y culturales, el cultivo de las Manzanas ha ido decayendo, como un ejemplo del cambio climático, tenemos que en los años 70 el campo en invierno, recibía no menos de 700 horas de frío (horas del otoño e invierno cuando la temperatura esta a menos de 7 grados centígrados) las necesarias para la germinación de la fruta, ahora en día, según nos dicen otra vez los que a esto se dedican, que en el 2007 solo se recibieron unas 100 hrs. de frío, teniendo que recurrir a la aplicación de químicos para igualar, haciendo la actividad un tanto menos rentable. Por otro lado también de parte de la naturaleza, tenemos que ha dejado de llover como lo hacía antes, cuando recibían 550 milímetros por año en promedio.

Además el agua del subsuelo, la mentada “tabla del agua” también a bajado, haciendo menos eficaz el bombeo del vital liquido para regar las huertas, así pues una conjugación de elementos negativos, están a poco tiempo de acabar con esta actividad tan necesaria, que le dio el nombre y por lo cual se hizo famosa Canatlán.

Pero a nosotros en realidad, aun cuando nos entristece cómo todo, lenta pero indiscutiblemente cambia, no nos afecta mucho para nuestro paseo y todavía podemos ver una gran cantidad de huertas de esta rica y saludable fruta, (una manzana al día, mil médicos alejaría). El mejor tiempo para visitar el área es en septiembre - octubre, cuando ya se tienen manzanas y las venden a orilla de la carretera por reja o solo unas cuantas en bolsa.

Unos cuanto kilómetros antes de llegar a Canatlán nos encontramos a la izquierda con “La Sauceda” ahora pequeño pueblito donde está el templo de San Jerónimo, en su interior se encuentra la imagen milagrosa del Divino Pastor que se festeja todos los años el primer viernes de marzo. Esta antigua hacienda se estableció como puesto adelantado en 1616 por el fraile Jerónimo Ramírez, fue aquí donde se refugiaron los sobrevivientes de la Rebelión Tepehuana en este mismo año y después de haberla controlado. También es aquí donde el rector del Colegio de Durango, recibe a los 4 cuerpos sin vida de los Jesuitas Juan del Valle, Luis de Alavez, Juan Fonte, y Jerónimo de Moranta asesinados en Santiago Papasquiaro junto a cuando menos otros 150 europeos. La Hacienda no volvió a funcionar hasta el siglo XVIII.

La Sauceda es buen lugar para descansar en la sombra de la enorme arboleda de Álamos, que no se como ha sobrevivido ahí ya por cientos de años.

Luego sigue Canatlán, nuestro destino, una pequeña ciudad agrícola y de comercios, con una vía verde (antiguo ferrocarril Durango a Tepehuanes) bastante interesante, su vieja estación de ferrocarril convertida en centro cultural, una placita central bien llevada a cabo y su Iglesia fundada por fray Diego de Espinosa, franciscano de la orden de San Diego de Alcalá, el 13 de noviembre de 1620.

Canatlán es un buen ejemplo de la tranquilidad con que el ciudadano común goza en las poblaciones del medio rural. Al estar tomando las fotografías de su iglesia y otros atractivos, de repente por el silencio existente, se da uno cuenta de que casi no pasan carros, el triciclo de la nieve desfila rechinando cayéndose de flojera, en una esquina de la plaza se estaba reuniendo un equipo de futbol infantil bien uniformados con sus porristas y todo, sus gritos de alegría ahogándose con la tremenda quietud, las palomas se posan arriba de la cabeza de una águila (su enemiga acérrima) de bronce que vigila al parecer atentamente desde el kiosco, solo se oye el disparador de mi cámara fotográfica y en realidad cuesta trabajo salirse de este marco de sosiego total, de hecho lo que más se antoja, es echarse una siesta, como un viejito roncando sentado en una de las bancas, pero sacudiéndonos la pereza, optamos por algo mejor, ir a comer, ya hacía hambre.

Uno de los mejores atractivos con que cuenta Canatlán, es un restaurante llamado del “Español” donde sirven una comida deliciosa, el menú cuenta con varios platillos españoles y también mexicanos de muy buen gusto, pero en especial su Paella, un plato de la cocina española tradicional, francamente riquísima y el venir desde Durango a comer aquí, bien puede ser la única excusa que necesita uno, para visitar esta antigua ciudad.

Ya de regreso en el crucero de “La Granja”, donde para llegar a Canatlán tiene uno que voltear a la izquierda, si te sigues derecho a unos cuantos kilómetros adelante está la Laguna de San Bartolo famosa por la gran cantidad de aves migratorias que llegan ahí en el invierno.

Un tanto más hacia el norte, está la desviación a la derecha que podemos seguir para ir al pueblito de Flores Magón, donde tenemos tres calderas volcánicas de varios millones de años. La más grande es de 1,300 mts. de diámetro, pero de esto ya platicaremos en otra ocasión. Por ahí nos vemos.

 

 
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