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UN PARAÍSO 4X4.
Texto y fotografías. Walter Bishop Velarde.

Si usted ha tenido la buena suerte de viajar a Mazatlán desde Durango y se ha parado a ver la vista desde el “Espinazo del Diablo” km.168, hacia el norte, además de estar viendo uno de los paisajes más bonitos de México, también está observando la quebrada de Ventanas y una parte de la Cuenca del Río Presidios 1, o para darnos una idea de la gran extensión de terreno de la cual estamos hablando, la superficie que comprende ésta, es de 5,737.60 kilómetros cuadrados e inicia a solo 40 km. de la ciudad de Durango, al oeste de la sierra donde se sitúa Cerro Prieto de más de 3,000 mts. de altura sobre el nivel del mar.

La cuenca capta la increíble cantidad de 435 millones de metros cúbicos de agua de lluvia, misma que fluye a Sinaloa, donde se le da un uso agrícola, urbano y curiosamente y en una proporción mucho menor, ecológico, o sea, solo como un dato, parte de la riqueza que producen nuestros vecinos del Este en hortalizas, granos, huertas y otras, proviene del municipio de San Dimas Durango, donde se situa la cuenca, pues sin esta agua captada por la Sierra Madre Occidental, toda esa bonanza, no sería posible.

Bueno, pero esto fue solo para entrar en calor de lo que vamos a platicar, pues además de todo, este terreno de la región de Durango llamado las “Quebradas”, se llama de tal forma, precisamente porque aquí la sierra alta, abruptamente se termina y origina una superficie, intensamente irregular, nombre que describe con exactitud la topografía del lugar.

O sea que en el paraje de Mexiquillo estamos más o menos a 2,700 mts. de altura sobre el nivel del mar y en “El Palmarito” ranchería en la ribera del río Presidio a 38 km. de distancia, estamos solo a 640 mts. snm., una caída de más de 2,000 mts., que para ilustrar, hipotéticamente, si brincara uno de un trampolín de Mexiquillo y estuviera cayendo uno a 55 mts. por segundo (que es la velocidad a lo que cae un cuerpo del cielo, los ángeles no) tardaría uno más o menos 36 segundos en pegarle al suelo, digo trate de contener la respiración ese tiempo y verá que es bastante alto.

Al observar desde el Espinazo el terreno allá abajo, distingue uno pequeñas rancherías y caminitos que van hacia ellas, pero no imagina uno en realidad, lo abrupto y la dificultad tan grande que implica llegar a estos lugares, ya que en una camioneta normal (ni siquiera hablar de un carro) sería dificilísimo manejar hasta ellos, pero en esta era de la modernidad y el consumo desmedido de toda clase de superfluos y juguetes para grandes y chicos, se inventaron las motocicletas de cuatro ruedas o “cuatrimotos” como se les llama comúnmente, especialmente diseñadas para este tipo de caminos, de tal forma, que lo difícil se torna no tanto y puede uno sin mayor preocupación, más que el saber operarlas con destreza, adentrarse a lugares que antes no se podía ir uno en vehículo o cuando menos no a la velocidad que caminan estas súper maquinitas.

El uso de estos, ahora sí que caballos briosos de acero, se ha tornado en un tiempo más o menos corto, en un deporte muy popular y ahora ya existen clubes y asociaciones de amigos y no tanto, que se dedican a recorrer por todos lados del bosque, desierto y campiña, lugares extremos a velocidades vertiginosas, lo cual implica cierto impacto ambiental, si es que no ejerces algunos límites en la forma que disfrutas de este nuevo deporte.

Pero sigamos con nuestra vista y los pueblitos que vemos abajo tienen nombres como Huizar, El Durazno, Los Negros, Picachos que curiosamente está abajo en un arroyo, y también viven personas que aun cuando uno no los ve desde arriba, es muy interesante conocerlos como las gentes de un pequeñísimo poblado, La Ventana de la familia del Sr. Silvestre González, longevos pues su mamá vivió hasta los cien años y su abuelita hasta los 105, las dos nacidas en el pueblo, lo que nos da un derrotero de la antigüedad del mismo. En este lugar, no muy lejos, están dos enormes rocas que tienen una ventana entre las dos, por donde puede ver uno el cielo muy curioso.

El camino en este caso, inicia del Puerto de Buenos Aires, de donde este cae en un término, pudiéramos decir más que empinado, pues rápidamente en unas vueltas como zetas inicia uno un descenso que no termina hasta que estás viendo al Espinazo del Diablo pero de abajo para arriba, allá muy alto en la sierra. Cabe también mencionar que la lluvia en la sierra generalmente inicia a finales de mayo o principios de junio y en los pueblitos de abajo esta empieza usualmente a finales de junio, o sea que los mil metros en promedio de diferencia entre una y otra altura además te dan 4 semanas de tardanza en el ciclo agrícola de abajo.

Es extraño como en ocasiones, la oportunidad te llega de donde menos la esperas y al parecer estas tierras inhóspitas están por ver su agosto, ya que todo apunta hacia un uso constante de los caminos que viborean por la escarpada región por los practicantes de este deporte, a todas luces extremo. Ahora se tendrá que ver la manera de que esta nueva vocación de la sierra, deje un beneficio económico, sin impacto ambiental negativo para sus habitantes y no solo le sirvan de espectadores a los motociclistas y sus vehículos todo terreno. Por ahí nos vemos.

 
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