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EL TERRUÑO LLAMA A TODOS.
Segunda Parte
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Texto y fotografías. Walter Bishop Velarde.

Lo bueno es que no andamos volando pues la pista de aterrizaje que en la primera parte de este artículo dijimos que estaba al poniente del pueblo en realidad está al oriente un error de ocho dedos pero en camión no pasa nada y aun cuando no habíamos dormido muy bien por causa de un jumento y sus rebuznos nos levantamos temprano para estar listos para recibir a nuestros huéspedes.

No nada más AeroMéxico es una de las líneas aéreas más puntuales del mundo pues también en este pequeño aeropuerto de las quebradas se aprecia la puntualidad pero en este día el DeHavilland Twin Otter que usualmente sin falta llega a tiempo, llegó tarde. Bueno no por mucho, pero pues ahí estábamos medio nerviosos, hasta que vimos a este magnífico avión bajar en la pista sin ninguna prisa como si corriera en rieles que lo llevaran directamente a ésta.

No habíamos dicho nada a nadie de la importancia de nuestros invitados pues eran nada menos que Don Miguel Laveaga y distinguidos acompañantes y no sabíamos que tanta privacidad querían para su visita. Por alguna razón casi siempre aun cuando no conoces a las personas que esperas y claro ni ellos a ti, de todas maneras uno siempre se reconoce inmediatamente y después de saludarnos y presentarnos abordamos nuestro camión y salimos rumbo a San Dimas.

El camino hacia este ahora pueblito casi fantasma, inicia al otro lado de la pista y antes que nada al pasar por un puesto de gorditas, paramos para desayunarnos unas de nopales con huevo en harina de maíz azul de la sierra, que no tenían “ma...” comparación alguna, también nos llevamos unas para el lunch. Ya bien almorzados pues en el campo no se vale salir a este sin haber probado alimentos, continuamos y como a cien metros del puestecillo topa uno con un taller de la mina diríamos súper mina y sin más preámbulos y una vuelta a la izquierda empieza uno la subida.

Ahora si que nosotros ya estamos medio acostumbrados pues varias veces al año traemos grupos ya sean de ciclistas o especiales a la región pero, a las personas de fuera, el terror los agarra poco a poquito pues al iniciar la subida creen que es nada más un tramo corto del camino el que está en condiciones desastrosas, estrecho y con unas curvas donde casi se sale el camión de las rodadas, pero cuando ven que cada vez se pone peor, literalmente les llega el pánico y te preguntan que está pasando.

Uno no tiene otra más que fingir indiferencia, así vaya uno peor de asustado que ellos por el simple hecho de ir manejando. Después de un rato comprendes que no hay otra más que agarrarte a veinte uñas como dicen y aguantar candela, pero toma tiempo.
Este camino tiene tres desviaciones antes de llegar a San Dimas, una que va a Guarisamey misión Jesuita donde estaba la hacienda minera de Don Juan Zambrano riquísimo minero que construyó precisamente el Palacio de Zambrano en Durango capital, pero que amerita un artículo propio, otra que sale a la derecha y sube a las Palmas, Cinco Señores, Carboneras, Puentecillas y hasta San Miguel de Cruces de la que ya hemos platicado anteriormente que por cierto es impresionante y aun otra que va a Contra Estaca, pueblito minero muy interesante en la línea divisoria entre Durango y Sinaloa.

Pero para llegar a San Dimas nuestro destino, primero como a media subida, tienes que pasar por el Socavón. Este se quemó casi en su totalidad hace algunos meses, el lugar siempre se me había imaginado como una “favela” en el extranjero pues las casas de la única calle que tenía y que estaban en la mitad de abajo de la pendiente eran de madera con techos de lámina muy viejas y construidas sobre zancos para nivelar la pendiente inclusive algunas de ellas se comunicaban por arriba de la calle, total muy pintoresco, pero ahora ya todo quemado solo quedaron algunas casillas al final de la calle y se ve medio triste y desolado. Una vez acabando la subida a un puerto en las montañas baja uno por una serie de zetas bastante apretadas para finalmente llegar a el antiguo mineral de San Dimas.

Desde que Don Miguel se subió al camión nos venía platicando de como era la región en los tiempos pasados pues el había nacido en San Dimas así que cuando por fin divisamos desde arriba al ahora pueblito pues se podía ver lo emocionado que estaba. Y nos seguía platicando del barrio de la Guadalupito abajo a mi izquierda donde había estado la Plaza de toros, etc. Finalmente llegamos a donde inicia la calle principal de San Dimas e inmediatamente nos fuimos caminando para abajo, vimos la casa donde nació Don Miguel la cual como la mayoría de las mismas, apenas está en pie, pero adelante tuvimos la muy agradable sorpresa que se está remozando el templo a cuenta de la Minera Luis Min y que bueno pues estaba a punto de venirse a tierra.

Luego nos fuimos a visitar el cementerio de los Laveaga que está enfrente del pueblo en un cerrito más o menos alto. Debe haber estado pesado llevar a los difuntos a enterrar con la pendiente, pero ahí en el cerro están los restos del abuelo Don Miguel de Laveaga, y Don Miguel Laveaga hijo claro además de varios miembros de la familia. Que interesante es ver el llamado que tiene el terruño sobre nosotros, no importa condición social, ni que tan lejos puedas estar, siempre el terreno de donde naciste te llama y una vez que regresas los recuerdos inundan tu mente y literalmente vuelves a vivir esos momentos del pasado no importa cuan lejos esté del presente. Don Miguel con nosotros presente, tenía 73 años sin venir a San Dimas. Cabe destacar que Don Miguel de Laveaga originario de España fundó San Dimas y fue propietario de la Candelaria para algunos la mina más rica de la región, la cual vendió antes de morir el 24 de Agosto de 1874.

San Dimas aun cuando en menos de doscientos años ha pasado de rancho, a poblado cabecera municipal con más de 10,000 habitantes, a pueblito fantasma que todavía no ha dicho sus últimas palabras, las riquísimas vetas de minerales que aun se guardan en las entrañas de sus cerros, seguramente están por sorprendernos una vez más y quizás sus ahora calles desiertas y antiguos muros, vuelvan a oír el jactoso escándalo de la música, gritos y risas de una bonanza minera.

El regreso lo dejamos para después ya que Contra Estaca es también un mineral de muchos años y no lo queremos pasar por alto, nosotros entre tanto, nos dedicamos a disfrutar un domingo al estilo Tayoltita, en el rio platicando vivencias de antaño, asando una carnita y tomando refrigerios en botellas de 940 mililitros. Por ahí nos vemos.

 
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