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1ER. FESTIVAL DE LAS AVES LAGUNA SANTIAGUILLO.
Texto y fotografías. Walter Bishop Velarde.

Después de varias semanas de horrible trabajo de escritorio, finalmente acudimos como hombre a punto de ahogarse tras de un salvavidas, a la invitación del Primer Festival de las Aves Laguna de Santiaguillo donde tuvimos la oportunidad de salir al campo. El Dr. Jorge Servín a través de la Universidad Juárez del Estado de Durango y los 22 ejidos y comunidades Menonitas que conforman la “UMA” Unidad de Manejo y Aprovechamiento Laguna de Santiaguillo, que con sus 122,275.72 hectáreas, bajo manejo autorizado por la SEMARNAT, es sin duda alguna la más grande del norte del país, organizaron este evento por primera vez en Durango donde con mucha sencillez y sin grandes fanfarreas se logró convocar a casi cien amantes de la naturaleza para simbólicamente despedir a las miles de aves migratorias que año con año por ya otros tantos miles de años visitan la Laguna de Santiaguillo y que por estas fechas inician su viaje de miles de kilómetros de regreso a su casa, allá muy lejos en el norte.

La cita fue en una hermosa península de la Laguna llamada por los lugareños “La Alameda” cercana al poblado de Fuente del Llano y a solo dos horas de la ciudad en el autobús de aventura pantera en el cual transportamos a algunos de los participantes.
Después de pasar por todas la huertas de manzanas a punto de sacar la flor, muy características de la región de Canatlán y por lo que es conocida como la “Tierra de las Manzanas”, llegamos al ahora poblado de Guatimapé antigua misión Jesuita donde volteamos a la derecha para después de unos cuantos kilómetros y pasando como ya mencionamos Fuente del Llano agarramos un camino de terracería para llegar a este acogedor lugarcito donde nos recibieron unos gigantescos Álamos y Sauces los cuales me imagino habrían de estar muy sorprendidos de toda la actividad que el festival había traído consigo.

El Grupo 2 de los Scouts, liderado por Carlos Luna te recibía para darte las instrucciones de convivencia, asignándote tu área para acampar, donde instalamos nuestro diminuto campamento Pantera.
En verdad fue muy satisfactorio e interesante estar conviviendo con amigos y otras tantas personas no tan conocidas que en algunas ocasiones ves en la ciudad pero no registras como amantes de la naturaleza y menos observadores de aves.

Por ahí como a media tarde se hizo el llamado a la carpa central para hacer la inauguración por parte del Presidente del Comisariado de Fuente del Llano Don Roberto Vargas y oír unas palabras por parte del Dr. Servín de como han estado trabajando en equipo todos los ejidos para conformar esta “UMA” y aprovechar sustentablemente uno de los recursos que la naturaleza bondadosamente les ha otorgado, y el objetivo principal del festival de resaltar la conservación del área que conjuntamente se ha estado llevando a cabo por todos los actores de la laguna de Santiaguillo.

Ya de tardeada y después de un concurso para ver quien recogía más basura, mismo que dejó bien limpio todo el lugar, nos fuimos tranquilamente a caminar por la ribera tomando fotos de avecillas acuáticas y de un atardecer mágico que nos dejó serenitos por un buen rato.

Ya de noche y después de cenar unas ricas gorditas y burros de asado rojo, verde, queso y frijoles fuimos convocados a una fogata Scout donde de lejos, logré distinguir un como show que estos montaron muy al gusto de los participantes pues pude oir las carcajadas, hasta donde yo estaba haciéndole al antisocial con una botellita de tequila viendo el planeta Venus y las luces distantes de los poblados alrededor de la ribera de la laguna, no se imaginan lo sereno que estaba.

Ya más noche, unos vecinos se pasaron buena parte de la misma haciéndole al flamenco, lo bueno es que soy de muy buen dormir y pude soñar a mi gusto pero de lo que si no cabe duda es que el flamenco es ciertamente “el arte que duele”.

Ya en la mañana siguiente, la mayoría de nosotros nos levantamos muy temprano y después de un buen café para abrir bien los ojos con gusto y expectación vimos toda la actividad que estaba sucediendo a nuestro alrededor, en los sauces que estaban floreados había miles de abejas llevando el néctar de estas curiosas pero al fin al cabo flores a su panal, los cenzontles “pájaro de cuatrocientas voces” según poema de Netzhualcoyotl que está impreso en los billetes de cien pesos, inducidos por la primavera, revoloteaban de arbusto en arbusto pobrecitos tratando de impresionar una hembra, una águila pescadora pacientemente observaba a unos chorlitos y buceritos remover los bajos en busca de alimento. Un cuitlacoche buscaba insectos en las ramas de un álamo que por cierto también en flor soltaban por miles o quizás millones unos copitos de nieve o algodoncitos, que como en cámara lenta volaban suspendidos en el aire impulsados por cualquier corriente así fuera esta apenas un leve suspiro.

En eso estábamos cuando a lo lejos se oyó el distintivo graznido de los gansos blancos que quizás decididos a emprender su migración al norte nos pasaron volando algunos cien metros por arriba de nuestras cabezas. Adiós, adiós les gritaban los niños y algunos adultos obviamente con corazón de niño, lentamente estos se fueron alejando en el horizonte hasta que ya no pudimos verlos.

Nos regresamos al campamento con la novedad que a todos los niños en especial a los que habían recogido basura se les iba a dar un paseo en lanchita y yo hice lo que pude para colarme en la vuelta, misma que aun cuando no duró mucho fue lo suficiente para tomar unas cuantas fotos y comprobar nuevamente lo suave que son estos paseos.
Luego de comer y recoger la tiendas de campaña y estar a punto de iniciar nosotros el regreso a casa, llegó un grupo de Menonitas con sus hijos todos en su atuendo tradicional. Como los chiquillos citadinos estaban jugando fútbol, se les invitó a los Menonitas a participar y para mi sorpresa estos aceptaron de inmediato resultando en una convivencia de lo más agradable, si tan solo así de sencillas fueran las cosas en el mundo.

Después de vacilar un rato más ahí jugueteando, finalmente y no sin algún remordimiento emprendimos el regreso a Durango. Por ahí nos vemos.

 
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