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NOMBRE DE DIOS.
Texto y fotografías. Walter Bishop Velarde.

Aun cuando al parecer existe algo de confusión en cuanto a la fecha cuando oficialmente se funda la Villa de Nombre de Dios, es indudable que los Franciscanos habían ya poblado “La Villa” mucho antes que se oficializara la misma. Fue fray Jerónimo de Mendoza que en 1555 celebra la primer misa en el Ojo de agua de Berros, frontera entre los Zacatecos y Tepehuanos y después hace su residencia en Nombre de Dios para atender la región del Súchil, Valle de Poanas, y el mismo Ojo de Berros.

El 11 de Enero de 1556, según el Padre Arlegui historiador Franciscano, llegan a solicitud del mismo fraile Jerónimo, tres misioneros a la “Villa”, fraile Pedro de Espinareda, fraile Diego de la Cadena y fraile Jacinto de San Francisco (Fray Cintos), mismos que continuaron la labor de Fraile Jerónimo al regresar éste a España.

Según esto, en 1562 el Capitán Francisco de Ibarra ya como gobernador, para reforzar su autoridad y tratar de terminar con una disputa territorial entre Nueva Galicia y Nueva Vizcaya, misma que no se resuelve hasta 1611, funda la Villa de Nombre de Dios y ésta inicia su historia a travez de 444 años a la fecha después de la “Conquista”.

Esta pintoresca cabecera municipal, está a sólo 58 kilómetros de la ciudad por la carretera 45 rumbo a Zacatecas. La misma ha logrado conservar su aire provincial y pasear por sus calles puede ser una experiencia trascendental en lo que a tranquilidad se refiere. Es increíble como a pesar de que han pasado varios cientos de años, todavía puede uno sentir e imaginar como era la vida en tiempo de la colonia. La mañana siempre es de trabajo en las áreas rurales, y uno puede ver a los Dones pasar a caballo arreando sus vacas y otros saliendo a trabajar la tierra en la labor, unos perros siguiendo a los burros, y otras escenas de bastante colorido.

Las señoras, algunas de negro, rumbo a varias misas pues son cinco las iglesias con que cuenta la “Villa”, empezando por el derruido Templo de San Francisco (primero del norte de México y América con toda seguridad), luego tenemos el Santuario que no es tan antiguo, en la plaza (donde por cierto hay tianguis el Jueves y puedes comprar cajetas , vino de membrillo y otros productos de aquí mismo), está el Templo de San Pedro Apóstol con un león y un castillo en su fachada, clara alusión a las ciudades de León y Castilla en España. Esto es en el que antiguamente era el barrio de los Españoles pues tenemos una calle “La Guarda Raya” que dividía a estos de el barrio de los Indios.

Es precisamente en este otro lado de la “Villa” donde nos encontramos con el Templo de Nuestra Señora de la Natividad “La Hermita” que ha sido atendido desde 1570 por la Cofradía de la Virgen de la Soledad, sus imágenes son del siglo XVI. Luego en lo que fue el barrio de los Indígenas Tarascos que acompañaban a los Conquistadores, está el Templo de Jesús Nazareno, uno de los más antiguos del Estado donde podemos admirar tres arcángeles de madera estofada del siglo XVII, un buen de obras recién expuestas de este mismo siglo, y un increíble lienzo de varios metros cuadrados supuestamente traído de España o del Centro, por un personaje de la época Urajan de Luna: “Las Animas” como se llama el cuadro, está siendo ahora restaurado a un gran costo por la restauradora Begonia Aranzazú Muerza Avendaño por parte del INAH y la manita de tigre que le están dando ha hecho brillar nuevamente a esta obra de autor desconocido, en verdad interesante.

Ya para medio día, ya hizo hambre y las “Gorditas Doña Aleja” en la esquina noreste de la Plaza son un verdadero deleite para el paladar de parroquianos sencillos como su servidor y de los exigentes como varios que conozco. No puedes ir a la “Villa” sin probar las gorditas, y tampoco puedes irte sin catar cuando menos una copita chiquita de Mezcal de alguna de las múltiples vinatas que todavía abundan por los callejones del pueblo. Lo interesante de esto es que además de que inmediatamente sientes sus efectos en la cabeza, (si te echas más de tres, agárrate), es que puedes ver la manera artesanal como se hace el mismo. Francamente algunas de las vinaterías están medio desarregladas por decir algo, pero ya en la salida rumbo a Zacatecas está una que podemos recomendar, pregunten por el Piporrito y si manejan no tomen.

Por esos mismos rumbos está la cestería de Doña Clotilde Domínguez y Don Fidencio Escalante, donde podrán ustedes comprar cestos de todos tamaños y para todo propósito, hechos a mano de carrizo, nada fácil y un trabajo artesanal bien bonito.

Todos los alrededores de Nombre de Dios son muy interesantes y ya estando ahí vale la pena visitarlos, las ruinas de la Hacienda de Juana Guerra y su admirable capilla, la barranca de San Quintín, el Río de Nombre de Dios que contrariamente a lo que se piensa no está contaminado pues su fuente no viene de la ciudad de Durango, los poblados de la Constancia y ojos de agua de Los Berros son lugares de una belleza para admirar y una historia para recordar, convivan con las amigables personas de este bello sitio, y pregunten por la ruta de cómo llegar a todos estos puntos. Así que recuerden, si tienen un tiempecito, no lo pierdan en la nada y salgan a visitar este rincón provincial de nuestro querido Durango.

 
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