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LAS AVES DE PARAISO DE SAN DIEGO.
Texto y fotografías. Walter Bishop Velarde.

Cuando nos cayó el proyecto de hacer una guía de aves del Desarrollo Eco-turístico de Paraíso de San Diego en el Ejido de Tezains del Municipio de Santiago Papasquiaro, me pareció algo difícil, pero después de pensarlo detenidamente decidimos intentarlo con ayuda bibliográfica y algunas visitas de campo al lugar.

Así pues, entrado el otoño me dirigí al sitio del Desarrollo, donde por cierto cuentan con unas excelentes cabañas, con la idea de estarme algunos días y ver que aves podía observar.

En la mayoría de las actividades de deporte extremo y montaña, lo mejor es ir acompañado por si acaso tienes un accidente, pero en lo que es observación de fauna y claro avi-fauna, a mi parecer es mejor ir solo para poder ir más callado y totalmente a tu paso sin presión de tus acompañantes.

Como el recorrido por el ejido lo iba a hacer a pie, traté de escoger el equipo a llevar lo más ligero posible, ya que en junio pasado me había dado hepatitis A y con eso del reposo estaba totalmente fuera de condición física y más me valía ir sin mucho peso. La mochila, bolsa para dormir, tapete de espuma comprimida, binoculares, una guía de aves de Edward’s, el GPS, una brújula, mapa, lámpara de mano, navaja, cerillos, chamarra, lentes, cámara de fotografía, taza, plato, cuchara, café, azúcar, sopas maruchan (efectivas), atún, avena, tortillas de harina, barras de energía, vitaminas, kreatina, y mi “camelback” o bolsa de agua con capacidad de dos litros y medio y ya era demasiado.

Todavía obscura la mañana, salí caminando río abajo (Río San Gregorio) despacito oyendo a los pajaritos cantar pero sin poder verlos todavía, iba caminando por la vereda interpretativa que lleva a una cascada muy bonita y que es parte del proyecto, bien arreglada con miradores, señalamientos e información alusiva a la fauna y flora del lugar.

Por ahí de repente vi unos chichimocos, animalitos bien curiosos y conocidos, pues quién no ha visto las caricaturas donde hacen renegar al Pato Donald y mil travesuras más.Empecé a ver bien en donde se junta el arroyo del Cajón con el río. Adelante está la cascada muy bonita, pero mas en el verano cuando el río va grande es todo un espectáculo. Ahí en el lado de arriba de la misma vi a un bucerito americano, ave gris medio negra que como su nombre lo indica, se la pasa vacilando en las tinajas del arroyo haciendo pequeños buceos y corriendo los rápidos tras su comida.

Estuve un rato viendo al bucerito y el paisaje de la quebrada de San Gregorio, los pinos , gigantescos encinos, los rojos madroños, cielo azul, qué hermoso mundo nos hizo el Creador y aun cuando lo hemos tratado mal contaminándolo, extinguiendo especies y abusando de sus recursos naturales todavía su esplendor es maravilloso y digno de conservarse.

Todo hasta este momento había estado excelente, pero ahora tenía que subir por una vereda empinada y la carga de mi mochila se hizo sentir. Que horrible es estar en malas condiciones físicas, el esfuerzo de subir me hacia jalar aire como si fueran mis últimos respiros y por mi mente pasaron varias escenas no muy agradables. Lo único que distrajo mi mente del dolor y la humillación por la que la montaña me hacía pasar fueron unos pequeños Carboneros (no se porque se llaman así) que siempre andan en parvada con otras aves chiquitas.

Estos pajarillos se la pasan espulgando los árboles como si les pagaran por ello, quizás tengan algún convenio con los mismos.Luego ya casi para llegar a la primer cima, entre el matorral denso de encinos jóvenes, oí un medio “CHICK” muy peculiar y localicé a un carpintero que le llaman “velloso”, que empezó a clavar su pico en un pino seco, según dicen los que saben, que este puede almacenar de esta manera varios miles de bellotas, las que se come durante el invierno. El carpintero siguió su camino con una facilidad realmente envidiable y yo seguí pujando para llegar a un cordón de pura piedra que hacía una cima intermedia como a 2,500mts. Después de tomar varias fotos en el pico de piedra continué hacia arriba otros 200 mts. más o menos según mi reloj, viendo diferentes aves por el camino, a estas las identificaba según la guía y las apuntaba en mi libreta.

También iba revisando los puntos de referencia del GPS (Sistema de Posicionamiento Global) que por medio de varios satélites, te da tu posición en la tierra en referencia a ellos, y claro un instrumento muy útil, especialmente cuando no conoces el camino como ahora y de antemano había fijado unos rumbos a donde quería ir en el predio.

Comí en el bosque donde irónicamente, estaba una estufa abandonada y seguí mis observaciones por varios kilómetros subiendo y bajando por las veredas y caminos, hasta ya tarde, cuando encontré un buen lugar para acampar. Tenía mucha leña y luego luego hice una fogata pues hacía bastante frío y puse en mi taza agua a calentar para un café. Hasta ahora había tomado muy poca agua pues tenía varios meses de no llover en la sierra y todos los arroyos de arriba estaban secos, así que no había podido recargar agua y sólo tenía como un litro para el desayuno y regreso al día siguiente.

Cené con luz del día, y estaba apenas acomodándome en el “sleeping” cuando se oyó un medio grito medio rugido que me puso los pocos pelos que tengo de punta, en realidad nunca había oído nada semejante y no sabía si el ruido era de ave o de bestia, pero me dejó un tiempo alerta a ver que más se escuchaba pero después de un rato y con lo cansado que andaba finalmente me dormí muy agusto.

Muy temprano el frío de la mañana me despertó, desayuné una avenita que nunca debe faltar y una taza de café para agarrar fuerza, empaqué mis cosas y emprendí el regreso al campamento. La ruta que seguí de regreso la escogí porque abajo podría encontrar agua pero era mucho más agreste que la subida y la mochila a cada rato con su peso me quería tumbar, así que entre tropezadas y resbaladas en las hojas secas, llegué al arroyo sudando grueso con la bienvenida de un charquito de agua fresca donde tomé toda la que pude.

Claro, había visto varias especies en el camino, un Toqui pinto, un Azulejo garganta canela y otros muchos más que forman parte del repertorio de diversidad que tiene el bosque. Caminando por el lecho del arroyo seco lo que más me impresionó fueron los colores de otoño de los árboles, unos tonos desde el amarillo limón claro, hasta unos naranjas y rojos subido bien intensos.

Toda esta belleza para admirar y la mayoría de la gente ni siquiera sabe que existe. No vemos mas que las banquetas, calles, telarañas de alambres en el cielo, edificios por doquier, basura a montones, y aquí en un sencillo arroyo de la sierra sin pretensión alguna se exhibe todo un espectáculo de colores donde raramente pasa alguien para verlos.

Entre más me acercaba al campamento más despacio caminaba pues no quería dejar la soledad de la montaña, este es un sentimiento bastante agradable que te deja poner las cosas de tu mente en orden, jerarquizando lo más importante y desechando toda una gama de valores falsos que no hacen nada más que confundirte. Es cierto, la verdad siempre está frente a tí, todo lo que tienes que hacer es aceptarla.

De regreso ya con los compañeros, nos fuimos platicando de fantasmas y puras bobadas, pero a mí, aunque un poquillo melancólico, no se me quitó la sonrisa de la cara en todo el camino.

 
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